Ruta por la Comarca del Curueño

  Este fin de semana comenzó en León, al igual que en el resto de España, lo que han denominado confinamiento. Algo que viene a ser quedarse en casa tragando mucha televisión y tocándose a dos manos lo que tenemos allí abajo. Todo el mundo usaba como una moda venida de repente el hastag, #yomequedoencasa. De hecho, como pasa con todas las modas, si no cumplías este ritual eras tildado de raro, gilipollas, mal educado, sin vergüenza, subnormal o incívico. A los pocos que aún no nos había apoderado la psicosis, el miedo y la paranoia, en lugar de irnos en masa al supermercado a comprar cosas sin medida, nos fuimos a la montaña a depurarnos y a cargarnos de energía y positividad para estar más fuertes física y mentalmente para lo que viene. 

La verdad es que no teníamos ningún tipo de pretensión; mi hermana Miriam se despertó a las nueve de la mañana, me mandó un whatsapp desde la planta superior de casa y me dijo que si me apetecía hacer un bocadillo e irnos a la montaña. Yo, por supuesto, dije sí de inmediato. Pregunté por ahí por alguna ruta bonita por la zona de La Vecilla y para allí nos fuimos.

Recorrimos 50 km a través de pueblos de la Montaña Central Leonesa, pueblos en los que nunca antes habíamos estado. Nos encantó poder seguir descubriendo zonas nuevas de nuestra magnifica provincia después de casi 29 años.

Fuimos a parar, de pura chiripa, a la cascada de Nocedo de Curueño, un lugar mágico entre rocas que invita a sentarse allí, meditar y leer un cuento de fantasía. Después de un rato de magia, nos fuimos al pueblo que estaba al lado, Montuerto. En este pueblo nos encontramos a tres personas, muy amables, con las que nos saludamos desde lejos. Paseamos por el pueblo y decidimos subir a la ladera de la montaña para comer y echar una pequeña siesta al son de la banda sonora de la naturaleza. No fue fácil porque tuvimos que saltar vallas de vacas, prácticamente escalar y buscar excusas por si venía un ganadero enfadado. Pero como ocurre la mayor parte de las veces, todo lo negativo que pensamos que va a pasar, no sucede.

Después de un gran rato en la montaña, nos fuimos a hacer la ruta que hay en La Mata de la Bérbula, concretamente en Peña Morquera; un conjunto arqueológico de la Guerra Civil Española, en el que hay trincheras, cuevas y lugares que servían a la población de la zona como escondite. No la recomendamos hacer en un día de pleno sol, como todas.

Finalmente fuimos al pueblo de La Vecilla, cargado de estrechas calles con casas empedradas, terminando en una plaza con una Iglesia con vistas a la montaña.

Por último, para toda esa gente que quiere transmitir el miedo a los demás, gente que ni siquiera va una vez al año a los pueblos y a la montaña, decir que nos cruzamos con ciclistas, tres personas en un pueblo y cuatro ruteros; con todos ellos mantuvimos más de la distancia que hay que dejar, nos saludamos amigablemente y con sonrisas de oreja a oreja, de hecho creo que todos nos alegramos de vernos los unos a los otros. Para los que critiquéis a la gente que salió el día de ayer, deciros que las cajeras y los cajeros de los supermercados también son personas como la gente que vive en los pueblos y se están jugando la vida día a día por calmar vuestras ansias de consumismo y paranoias en un supuesto fin del mundo; pero por ellos nadie se preocupa, ni se echa las manos a la cabeza. La gente, como siempre, solo se preocupa de criticar y juzgar los actos de los demás sin pararse a pensar u observar los suyos propios.

Poned música y sonrisas a la vida y aprovechad, de manera productiva, esta mierda en la que nos han metido.