10.957 Noches- Colaboración 8

Estoy en la habitación de un hotel cualquiera, de una ciudad cualquiera, del norte de España, del sur de Europa. Es de noche, con ella, y la soledad, me invade cierta nostalgia. Me viene a la cabeza el comienzo de la historia... bueno, ciertamente yo no lo recuerdo, pero me han contado que fue un veintitrés de septiembre de mil novecientos ochenta y ocho, era un día lluvioso con un recién estrenado otoño, tal vez ahí pueda encontrar el porqué de mi amor por los días de tormenta y agua, y la filia que siento por los descansos nocturnos con un fondo sonoro de viento y lluvia acariciando las contraventanas. Desde entonces, han pasado casi tres décadas de aquel magnífico y radiante día de sol ausente. No sé cómo hemos llegado hasta aquí, cuando miro atrás, los años se esfuman, como el humo de una pipa de esas que ya no se ven ni a los más viejos del lugar. La añoranza por lo que fuimos, a veces, me nubla la visión esperanzadora de lo que seremos. Me siento partícipe de una generación, que estoy seguro, entrará en los libros de historia, nos han llegado a despreciar denominándonos "la generación perdida", ¿perdida?, el camino que habíamos construido, lo derribaron a causa del peso de la codicia personal, de los que robaron hasta el último sueño del que no se supo volver a reinventar. 

Veinticuatro de junio de dos mil dieciocho, mis sueños siguen intactos en la caja fuerte que hay escondida en algún rincón de mi mente, las ganas de seguir sintiendo mi corazón latir, aumentan en la misma proporción que disminuye el tiempo que me queda por vivir. Miro el reloj, el segundero no se detiene, quedan pocas horas para que suene el despertador, asomo la mirada a través de la ventana y el cielo está completamente estrellado, suspiro; igual que cuando era un niño, me sigo preguntando que hay allí arriba, o ¿qué es un universo infinito?, miles de millones de galaxias en ese infinito que desordena mi mente, y yo, en algún ínfimo punto de una de ellas, buscando respuestas a preguntas imposibles, me doy cuenta, que sigo siendo la esencia del niño que empezó aquella única, vibrante, y ojalá, larga historia. Continuará...

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Javier, taximetro incorformista