¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

Hoy empiezo esta entrada con esta pregunta porque, se puede decir, que es uno de mis mantras. Según para quien, esta  pregunta no significa nada, pero para mí lo es todo y más en los últimos años.

Cuando eres un niño, todo es nuevo, lo vives con verdadera intensidad y el tiempo es eterno. De repente, te haces mayor y el tiempo, que antes parecía que no avanzaba, vuela. Uno de esos tantos días de reflexión, me vino  a la cabeza el porqué tendremos la sensación de que el tiempo vuela cuando somos adultos. Y es tan sencillo que hasta mi sobrina de 4 años llegaría a la misma conclusión;  cuando eres un niño la mayor parte de las cosas que vives son nuevas a diario, todo es maravilloso, lo llevas a cabo con ilusión y fantasía, le buscas la parte oculta y mística a todo y, en definitiva, vives la infancia en su plenitud. Los codos y las rodillas con postillas son marcas de guerra, las tardes de juego con los amigos son verdaderas reuniones sociales y obras de teatro no ensayadas, las bicis se convierten en auténticos artefactos de competición y las noches se hacen inmensamente largas esperando que comience un nuevo día cargado de oportunidades y sueños que llevar a cabo. En cambio, cuando eres adulto vives inmerso en un mundo de obligaciones, de tareas, de ganas de dormir, de descansar, de taparte con la manta en frente del televisor los días de invierno y delante del ventilador los días de verano, de ver todo como una verdadera agonía si implica dejar a un lado la tecnología y moverte del sofá. Bueno…o eso dicen.

La verdad es que yo siempre fui un tanto rara. Viví la infancia hasta más allá de lo que se supone que son los albores de la adolescencia, no me interese por chicos hasta mínimo los 17, seguía insistiendo a mis amigas en jugar a “no retroceder” y al “brile” hasta “antes de ayer” y como nadie me seguía me volví un tanto asocial. Eso llego hasta tal punto que con 28 años me apasiona cogerme el longboard, skate, hacer snowboard, rutas, nadar, hacer muñecos de nieve, construir castillos con piedras en el río, recolectar flores y “malas hiervas” y hacer cosas de brujas…en definitiva seguir experimentando y probando constantemente como cuando era pequeña.

Todas estas experiencias me han llevado a darme cuenta de por qué el tiempo se detiene cuando eres pequeño; la clave está en vivir cada día como si fuera el último, porque si de algo me han servido los últimos años, meses y días es para darme cuenta de que no somos eternos, de que la vida es un suspiro. Hacer constantemente cosas nuevas es algo justo para los que ya no están. Los que ya no están no tiene la oportunidad de seguir disfrutando del regalo que es la vida, no sería adecuado por ellos no disfrutar al máximo cada segundo de respiración que el universo nos ha regalado.

Vive cada día al máximo, comienza la mañana con una sonrisa, cuando te cruces con tus compañeros de trabajo se amable y muestra una cara agradable, cuida tu alimentación, no olvides tu parte emocional, la más importante, reflexiona acerca de tu estado anímico, indaga acerca del porqué de las cosas, haz deporte, comparte momentos con gente que te hace feliz, ayuda a los demás, da más de lo que recibes sin esperar nada a cambio, juega con niños, deja a un lado el móvil y vive, disfruta del aburrimiento sin una pantalla, lee decenas de libros en papel, dibuja sin parar, crea desde cero ropa o lo que de la gana, corre aunque no haya una meta, vuela aunque no tengas alas, en definitiva, VIVE.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

HOY: he tendido la ropa con una gran escarcha debajo de mis pies que ha hecho que tenga que tender también mis zapatillas de estar por casa :) 

Pdt: no hace falta irse a Tailandia para vivir cosas nuevas cada día, en cada instante de respiración puede haber nuevas sensaciones, reflexiones y experiencias, está en ti descubrirlas :)