Transcender

Y esa noche, después de muchos meses, mi mirada se cruzó con la suya. No era un cruce de miradas más, fue algo casi indómito, algo difícil de controlar. Era algo parecido a la curiosidad.

Siempre me pregunté qué era lo que hacía que te detuvieras enfrente de alguien, por qué el universo maneja los hilos con esa sabiduría tan perfecta, cumpliendo las leyes del destino como si siguiera un guión dictado hace milenios.

Y es que sin darnos cuenta nos paramos enfrente de personas que son espejos, entes que el universo pone a tu lado para enseñarte algo que no estás haciendo bien contigo mismo o con los demás. En otras ocasiones, te alinea con personas que encajan contigo a la perfección, pero eso solo sucede cuando has sanado, cuando contigo mismo todo está bien, cuando te das cuenta de que el verdadero amor de tu vida eres tú y que del único que puede llegar la felicidad al 100% es de ti mismo. Solo en ese momento, cuando te das cuenta de que eres un ser maravilloso capaz de lograr todo lo que te propongas sin ayuda de terceros y sin dependencias insanas, serás inmensamente feliz; ese momento en el que tomas consciencia de que no tienes que superar a nadie para ser digno de admiración, de que no tienes que igualar a nadie para gustar, de que solo por existir ya eres belleza en sí misma y de que aquel que este destinado a caminar a tu lado será alguien conectado con tu parte más intima, con tu existencia, alguien que te valore por lo que eres, por tu aura, por tu esencia y no por lo que tienes académica, material o laboralmente.

En este estado, cuando te vuelvas a cruzar con el siguiente peón que el universo ha puesto en tu camino, te darás cuenta de qué era lo que estabas haciendo mal, habrás transcendido lo negativo y serás capaz de vivir una existencia plena en sintonía con tu compañero de vida, con el universo y, sobre todo, contigo mismo.

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