Sueños

¿Los sueños dejan de serlo cuando haces todo lo posible por conseguirlos? ¿Dejan de habitar el mundo de lo imposible cuando te dices a ti mismo "¿y si lo intentara?"? ¿Se convierten en realidades cuando las llevas a cabo o siguen siendo sueños cuando los estas realizando?

No lo sé la verdad. En realidad la nomenclatura que se use para definirlos en cada momento no importa.

No creo que yo sea de las que se conforma con muy poco o con lo de siempre, pero mi madre a menudo me dice que la vida es otra cosa distinta a lo que yo pienso. Y yo pienso que por qué hacer lo que hace todo el mundo, por qué conformarse con una vida sin sueños, sin metas.

Mis sueños, en el fondo, son muy sencillos y básicos, de ese tipo de sueños que son tan fáciles de llevar  a cabo que la gente no los sabe valorar y se complica la vida con situaciones que ahogan y esclavizan.

Mi hogar

Hace unos meses me mude a la ciudad de mis sueños. En esa ciudad encontramos un piso, no fue fácil, que se ajustara a lo que necesitábamos. Ni de lejos era el mejor, ni tenía lujos, ni siquiera ascensor, pero para mí era el perfecto. Una mano de pintura, unos cuantos muebles de segunda mano, una limpieza general, detalles que le dieran un toque de personalidad y ya estaba listo para ser mi hogar.

Ahora vivo en una casa grande, llena de lujos pero no sé por qué echo de menos ese hogar, un hogar en el que no podías durar más de cinco minutos en la ducha porque el agua caliente acumulada en el calentador se iba, un hogar en el que tenías que abrir un grifo con un alicate, un hogar donde tenía que subir mi bicicleta a un tercero sin ascensor, un hogar con una habitación con muebles de segunda mano y una estructura de cama hecha por mí misma, un hogar...que siendo imperfecto para cualquiera, para mí era mi casa, mi rincón en el mundo, mi cura contra todo mal.

Mi ciudad

Hasta hace poco no me había unido emocionalmente a ninguna ciudad. He estado en muchas, la
mayoría me han gustado pero ninguna me ha llegado a enamorar tanto como la ha hecho esta. Tanta personalidad en cada rincón que visitas, tanto carisma, tanta historia, tanta amabilidad,...no podía ser de otra manera, estábamos predestinadas.
Nada cambia, todo es igual, hasta que de repente ¡¡(Z)as!!, te das cuenta de que tienes que volver a ese lugar en el que te sientes como en casa, a tu hogar, un hogar que está en el barrio que quieres en la ciudad de la que te enamoraste hace cerca de dos años.

Estilo de vida

Nunca fui materialista, ni de niña. Recuerdo la carta a los Reyes Magos y ese catálogo de juguetes que todos los años nos daban a la salida del colegio, era como si la industria te obligara a pedir juguetes como regalo, ¡qué sociedad esta!, ya desde pequeños inculcando su consumismo. Llegábamos a casa, dejábamos por ahí tirada la revista y simplemente jugábamos.

No recuerdo muy bien que poníamos en la carta a los Reyes Magos  y si en esa carta estaban incluidos algunos de los regalos del catálogo. Lo que sí recuerdo es que, fueran los que fuesen los regalos que nos traían los Reyes, para nosotras siempre eran los mejores. Y, ahora con el tiempo,  estoy orgullosa de esa actitud porque mis padres trabajaban duro para que nosotras pudiéramos tener regalos. Ellos no lo
sabían en ese momento, ni siquiera nosotras, pero no había mejor regalo que estar con ellos, sentir su protección, su amor, vivir sin preocupaciones, estar con mamá y papá viviendo una vida sana emocionalmente, vivir experiencias cerca de la naturaleza y vivir en una familia que para mí es la mejor.

A día de hoy sigo esa filosofía de vida. A veces mi madre me dice que soy demasiado "agarrada" y yo simplemente me río. La verdad es que no es necesario comprar más ropa cuando tienes un armario que está lleno, no necesitas más bolsos porque tienen 10 y de esos 10 solo usas uno y aunque ese uno se esté cayendo a cachos es tu preferido, difícil de remplazar porque las historias que has vivido con él no
las puede sustituir ni un bolso de mil euros. No necesito más de lo que tengo, materialmente hablando tengo muchísimo más de lo que necesitaría en tres vidas.
Por esa razón, hace un par de años me propuse dejar a un lado esa parte consumista y vivir con lo que tengo, comprando única y exclusivamente cuando sea necesario.

Viajar y viajar

Este es mi sueño por excelencia. En mi familia nunca hemos sido de viajar, había otras prioridades antes que esa. Muy a menudo les echaba en cara a mis padres que no hubiéramos viajado más desde niñas y ellos se limitaban a decir que si no hubieran ahorrado para otras cosas posiblemente hoy no podría haber estudiado fuera, tener dos carreras, un máster, cursos, no me podrían ayudar cuando compre un
piso y un coche...y la verdad  es que es injusto recriminar a unos padres algo que han hecho por sus hijos y de una manera muy acertada.

Mi sueño es viajar.

Viajar con mis padres a cualquier sitio, por ejemplo ir a Rotherham, la ciudad donde mi madre vivió tantos momentos de pequeña, y pisar las calles en las que ella fue tan valiente.

Viajar sola, redescubrirme, mantener el dialogo interno sin contaminaciones externas. Comprarme
una autocarabana y recorrer Europa. La verdad es que el lugar da igual si la experiencia es autentica, alejada de grandes hoteles y visitas guiadas, descubriendo el país sin mandatos, solo hablando con la gente del lugar, investigando, probando los platos típicos, perdiéndome, etc.

Viajar acompañada y dejarme llevar por la organización que otros hagan, algo a lo que
a menudo cuesta adaptarse.

Trabajar

Este no es mi gran sueño pero si el gran objetivo de mi vida, por el que tanto he trabajado y el que necesito para poder canjear mis sueños.

Me recuerdo a mi misma jugando con mi hermana siempre al mismo juego simbólico, yo era maestra y ella era alumna y viceversa. Era lógico, estaba destinada a esta profesión tan bonita cuando la alcanzas y tan frustrante hasta que llegas a ella.

Vivir

Este sí que es un sueño bonito. Vivir con todas sus letras, disfrutando de cada minuto que nos da la vida, sin ser esclavos de créditos, ni de promesas difíciles de cumplir, siendo fieles a nosotros mismos y a nuestros valores y siendo quienes siempre quisimos ser.

Me imagino en un futuro y me veo en un piso pequeño porque es lo que deseo, un piso lleno de detalles que definen mi personalidad: veo una bici en la terraza, una tabla de snowboard en un rincón del salón, cazasueños por doquier, mándalas decorando las paredes, una guitarra encima del sofá, una cámara de fotos en la mesa pequeña del salón, una habitación morada con unas mesitas hechas con maletas antiguas...lo imagino tan bien que es un sueño que siento cercano.

Me imagino con una autocarabana de segunda mano recorriendo Europa, hablando con la gente de cada país, sintiéndome como una niña cada vez que veo algo nuevo. También me veo en una tienda de campaña a los pies de una montaña en Noruega o Finlandia preparándome para ver la Aurora Boreal...me imagino en tantos sitios que estoy convencida que visitaré cada uno de ellos.

Me imagino trabajando con niños pequeños, volviéndome loca sí, pero siendo feliz, aprendiendo cada día algo nuevo y sintiéndome orgullosa de cada logro conseguido.

Ahora dejo de imaginar para empezar a vivir cada uno de esos sueños, porque los sueños están para ser vividos y no solo para ser imaginados pensando en un "¡Ayy si me tocara la lotería!"

La lotería ya nos ha tocado, es la VIDA.