Pequeña

Tantas decepciones me enseñaron a ver que no servía de nada soplar dientes de león deseando que decidieras quedarte, que por muchas margaritas que desojara la respuesta siempre sería no y que por muchos juegos que hiciera él nunca saldría como definitivo.

Yo soy esa niña que siempre soñó con la felicidad, pero no esa felicidad que te aporta lo material sino la felicidad que descubres con cada nimio detalle, con cada persona real y sincera, con cada viaje y con cada estancia en casa después de mucho tiempo fuera.

Hoy queda poco de esa niña. Después de perseguir esa felicidad durante mucho tiempo, descubrió que siempre hay ogros que parecen príncipes y príncipes que no percibimos si no nos fijamos bien. La niña a la que le gustaban los detalles descubrió también que no solo las palabras bonitas importan sino que lo que realmente significa son los hechos, esos que nos demuestran que todo en la vida tiene sentido si la persona que quieres está al 100%.

A día de hoy, esa pequeña incrédula ha vivido más daños de los que hubiera deseado, ha cerrado tantas cicatrices en su corazón que ya no tiene espacio para una  más y esta última, que llego sin previo aviso, no sabe qué lugar tomar en ese órgano tan estropeado.

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