Nostálgico Otoño

Como la fría brisa que roza la piel del pescador una mañana que se resiste a ser iluminada por el sol más desterrado en invierno, el otoño llega como una inesperada aura que nos hace echar de menos los días fértiles y crecientes del deseado verano.

Cualquier persona cuerda sentiría nostalgia lógica al recordar esa estación tan anhelada, el verano, pero yo, una persona ilógica y anormal, miro hacia adelante, hacia  esa preciosa estación, una estación cargada de matices, colores, sensaciones, olores, personas deambulantes durante las noches de fría llovizna y café con manta.

Adoro cada rincón introinspecionado del otoño:

- El olor a suelo mojado, los arboles que se despiden temporalmente de sus más queridas amantes, los ocres tan preciosos que visten los suelos, el ruido del bailar de las hojas añorantes de sus felices tiempos en las más altas esferas, los novios que pasean por los parques debajo de sus tapaderas emocionales, los besos cálidos bajo las mantas de amor y pasión, el chocolate caliente en casa de mamá, los mimos que toman un aspecto bucólico, las cuadros realizados al alba y disfrutados al atardecer que se acerca con prisa, pisar los charcos sin temor a estornudar y, sobre todo, la montaña majestuosa que analiza cautelosa cada uno de nuestros pasos.