Las cosas sencillas

Hace tanto tiempo que no escribo que entro en la página y han cambiado hasta los gráficos. Pasó tanto tiempo que en León ya no hace frío, estoy morena, tenemos el jardín lleno de flores e, incluso, escribo con otro ordenador. Y es que la vida de adulta es demasiado comprometida, tanto que no tengo tiempo ni de dedicarle espacio a las cosas que más me gustan.

Pero hoy no sé por qué, me siento lo suficientemente tranquila y conforme como para usar unos preciados minutos de mi tiempo y escribir algo, no esperéis mucho…el proceso en el que estoy sumergida desde hace más de un año está acabando con mi creatividad y neuronas.

Escribo “esperéis” como si diera por hecho que alguien sigue entrando aquí a leerle, ¿pero quién iba a ser el iluso que creyera en mi después de tanto tiempo sin escribir? ¡Si la última entrada fue sobre Navidad!

En fin…al lío, aunque realmente no tengo muy claro sobre qué escribir. Podría hablar sobre las consecuencias de vivir en un sistema sumamente exigente, de lo exigentes, incluso, que podemos llegar a ser con nosotros mismo o lo bonito que sería ir contra ese sistema de exigencias y autoexigencias. Pero no, después de haber estado más de 12 meses metida en este proyecto que, si va bien, contaré, valoro las cosas sencillas de la vida, esas que me aportaron, me aportan y me aportaran, en los momentos más anodinos , tranquilidad, relajación y dulzura. No sé si a los demás le servirán pero a mí…me causan placer, sensualidad, ternura, paz, cielo, algodón, orgasmos mentales,…uso palabras que no debería pero es que no existen adjetivos para describir las sensaciones que me trasmiten esos pequeños detalles. Ahí van alguno de ellos, espero que si leéis esto lo pongáis en práctica.

Andar descalzo por casa, por el césped y encima de la tierra mojada después de llover.

Sentarme al lado de mi acompañante en un restaurante, estar enfrente, tan lejos, nunca me gustó. Nada iguala el calor cercano, una mirada con un fondo de olores maravillosos, una caricia…las caricias sí que son orgásmicas.

Comer en un prado de una montaña. Después tumbarme y mirar el cielo azul, cerrar los ojos y centrarme única y exclusivamente en escuchar la banda sonora de la naturaleza.

Acariciar a mi perro, mimarle, intentar agarrar su pequeña lengüita mientras me lame, jugar con él y finalmente acabar mirándonos profundamente.

Leer un capítulo del libro de aventuras quincenal, conseguir tiempo para ello es difícil pero cuando lo logro es…viaje, evasión y libertad.

Comer las patatas fritas que hace mamá con huevos fritos caseros…qué placer culinario. Qué sencillo pero que placentero y si encima lleva pimentón picante por encima…para morirse.

Acariciar a mis abuelas, sus ojos al hacerlo dicen tanto. Las amo. Un amor que incluso duele al pensar en el tiempo.

No necesitar a un compañero de vida para ser feliz. Esta ha sido la mayor evolución intelectual, personal y emocional que he logrado en la vida. Me siento tan orgullosa conmigo misma que me podría dar hasta una medalla.

Inmediatamente después a la anterior, hacer planes sin necesidad de que nadie más venga. Algo impensable para los humanos, seres puramente sociales. Pero he crecido, me he empoderado y sé que no hay mejor y más sana compañía que la mía.

Esta contradice un poco a la anterior, pero una cosa no quita a la otra. Hacer planes con mis amigas y familia y cumplirlos. ¡¡Cómo me gustan las aventuras¡¡

Tomar café del termo que siempre lleva Esther. ¡¡Qué rico después de las rutas!!

Estar cada vez más tiempo sin tecnología.

Hacer productos con la naturaleza.

Recolectar flores y plantas medicinales, me encanta haberme convertido en una medio bruja, digo medio porque la otra mitad es elfo.

Secar el pelo al sol, odio el secador y las planchas.

No maquillarme, adoro la libertad de sentir mi piel limpia.

Conducir  sola, con la música a todo volumen, tener el modo aleatorio, que suene una canción que me emociona y terminar llorando (¿qué pensarán los coches de al lado?)

Querer sin censura.

Ser tremendamente empática.

Limpiar el monte.

Tener sueños y cumplirlos.

Ser una aventurera.

Haberme convertido, junto con mi hermana, en las raras por pensar diferente. Me encanta ser diferente, o la oveja de color como alguien dijo una vez.

Puedo seguir y seguir, pero la mayor parte de las cosas sencillas, que me hacen sentir bien me llevan a la naturaleza. Adoro la madre tierra, mi pachamama querida.

Y como siempre me gusta hacer, termino reivindicando que aprender a vivir con menos es lograr evolucionar o, más bien, involucionar; hace miles de años nuestros antepasados vivían con lo básico  y eran tremente felices. Nosotros, hoy en día, los más inteligentes, hemos caído en la trampa, creemos que necesitamos tantas cosas para vivir que nos pasamos la vida trabajando para conseguir todas esas cosas que se supone que nos hacen felices. Y mientras trabajamos para conseguir lo material, la vida se pasa y con ella nuestra oportunidad de ser humanos.

Solo conozco una persona que ha conseguido evolucionar/involucionar y ser feliz, realmente feliz sin necesidad de añadidos, mi PADRE. Mi padre es un ser superior en todos los aspectos, no solo por el hecho de ser mi padre, sino por su forma de vida. No usa tecnologías, ni siquiera lleva reloj, el se guía por el sol; no usa móvil, solo, muy de vez en cuando, uno de teclas antiguo que le han obligado mi madre y mi hermana mayor a tener por si pasa algo mientras está en el campo (la mayor parte del tiempo lo tiene en un cajón sin batería); es una persona tremendamente concienciada con la naturaleza, ama la tierra que tanto le ha aportado, no usa prácticamente pesticidas; no es una persona consumista, vive con lo básico y todo lo que se compre que no sea necesario el piensa que es un absurdo (y es verdad, es así); es una persona tremendamente empática y respetuosa, algo que escasea en el mundo “inteligente” de hoy en día; es maestro de vida, educador, creativo, artístico, saludable, deportista…y de las cosas que más me gustan, se cuida, tiene en cuenta su alimentación y no toma bebidas alcohólicas, productos industriales, bebidas gaseosas…yo quiero alcanzar el nivel mental y espiritual de mi padre, él sí que me aporta cosas buenas en mi día a día.

Él, mi madre y mi hermana son los que realmente me hacen feliz en mí día a día. Termino diciendo que cuidéis y paséis tiempo con vuestra familia, es lo más bonito y valioso que tenemos y tendremos.

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