Ella

Y fue entonces cuando se dio cuenta de lo valiente que había sido al enfrentarme, de cara, a esa situación tan dura y complicada.

Siempre había sido una chica especial, como todo el mundo le decía, diferente...no se guiaba por estereotipos ni modas, ella era como era y a quien le gustará bien y a quien no también.

No le importaba estar sola toda la vida, no quería ser la sirvienta de nadie y mucho menos que le impusieran unos ideales y una forma de vida totalmente contraria a la suya. Ella sabía que, en el fondo, no estaba preparada para compartir su vida con nadie; ella quería viajar por todo el mundo, aprender 3 o 4 idiomas, conocer países y culturas inhóspitas y poder realizar una labor social digna de ser recordada. Ella era diferente, bucólica y sentimental como los libros que solía escribir y era total e indiscutiblemente inteligente.

Como las ramas que se mueven por el fuerte vendaval y las hojas que caen cuando se acerca el duro invierno, ella se dejaba llevar por el ulular del viento entre su pelo; se guiaba por impulsos y sentimientos e iba donde la llevaba su corazón, un corazón tan solitario y tranquilo como los viajes que solía realizar.