Visita a la Hullera Vasco-Leonesa

La Hullera Vasco-Leonesa es una mina creada hace más de un siglo, concretamente en 1893. Como la mayor parte minera de León, la mina de Ciñera ha llegado a su cierre tras muchas reuniones, huelgas y piquetes. No tiene mucho sentido que cuente la historia aquí, puesto que hay fabulosos artículos en internet y en bibliotecas que hablan sobre la historia de tan destacada mina.

La verdad es que siempre me ha fascinado la historia y más la de una parte tan cercana a mi zona. Conozco a bastante gente que no conoce ni siquiera la historia de España, mucho menos la de su provincia o pueblo. Bueno que me lio, hace un par de años visite el Faedo, o hayedo de Ciñera, pero entonces no descubrí lo que está vez vi. Al comienzo de dicha ruta de senderismo hay una entrada a una mina y la verdad es que nunca me había preguntado por qué esa mina estaba ahora cerrada o qué fue lo que aconteció allí décadas atrás.

Lo malo de ser un simple turista es que te quedas con lo superficial, que unas veces está bien pero otras veces no es suficiente, y lo bueno de ser más que un turista es que puedes conocer historias y lugares alejados del ojo del viajero superficial. Esta vez y guiándonos por la opinión de mi hermana Miriam, recorrimos una ruta alternativa. En lugar de coger el camino de abajo que escoge todo el mundo, el camino más llano y con mejor acceso, recorrimos el de arriba, en el que tienes que subir una larga e interminable cuesta. Empezamos dicho recorrido andando, imaginaos la locura y reventada de esa hazaña, íbamos con una niña de tres años encima de una sillita de paseo y una mochila cargada de comida; gracias al destino, nos cruzamos con un chico del pueblo y nos dijo que se podía acceder allí de otra manera. Perdonad que no os diga cómo, aunque es muy obvio, pero no quiero contribuir a que se rompa la magia de un lugar tan bonito y ya tan atestado de turistas.

Finalmente conseguimos llegar al lugar que mi hermana Miriam había descrito; yo no confía mucho en lo que ella decía puesto que su sentido de la orientación a veces falla y no me podía creer que no hubiera visto ese lugar antes.  Llegamos arriba y el lugar era aún más fascinante de lo que me había imaginado gracias a las palabras de mi hermana. Allí pudimos ver casas abandonabas, no casas dedicadas a vivir sino construcciones dedicadas a labores mineras. Allí se respiraba un halo a tristeza, me llamareis paranoica, pero podía sentir la vida que antes hubo en esa mina. La sensación era extraña, pero quien no cambia de ojos cuando va un lugar nuevo no merece ser definido como aventurero.

Me vuelvo a liar, pero es que es difícil no dejar por escrito el conjunto de sensaciones que allí percibí. Si cerraba los ojos incluso podía ver la vida que allí había años atrás: carreras, prisas, olor a carbón, hollín por doquier, frio y nieve, el traqueteo de vagones o carretillas, caras más negras que blancas, botas llenas de barro…tenía que ser una imagen dantesca, digna de ser fotografiada.

Por cierto, llevad a los niños lugares nuevos, alejados de la ciudad o de lo que están acostumbrados a ver, contadles historias de hadas o de duendes que viven en los bosques que visitéis y dadles muchas experiencias. En definitiva, creadles mundos de magia porque bastante aburrido será todo cuando se hagan mayores.

Bueno no quiero hacer spoiler, ni romper la magia de la primera vez para los futuros visitantes. Tal vez es que soy demasiado efusiva y parece que lo vea todo con ojos de niña pero ya me contareis si os fascinó lo mismo que a mí. Os dejaré unas imágenes de lo que allí vimos, no demasiadas porque eso sí que sería un auténtico spoiler.

No seáis tan temerarios como yo y no subáis ahí arriba

Ciñera, 17 de noviembre de 2018