Perfecta Casualidad

Los dos eran unos melómanos empedernidos y, gracias, precisamente a eso,  a la música, se conocieron; solo hizo falta el lienzo de un perfil perfecto, el lugar y el momento exacto para que todas las energías giraran en torno a ellos dos y se enamoraran. Su historia es de esas que al principio parecen ser fugaces y efímeras pero terminan convirtiéndose en mucho más.

A pesar de la distancia, se sentían cerca, se querían, se idolatraban y, sobre todo, se echaban mucho de menos. El uno apareció para enseñarle al otro que la vida seguía siendo mágica a pesar de los años y el otro para enseñarle al uno que el amor podía ser la mejor de las sensaciones humanas si encuentras a la persona adecuada. En poco tiempo se conocieron mejor que si llevaran juntos 40 años, sabían leer entre líneas, incluso a cientos de kilómetros, y sabían darse besos aun estando lejos. Aprovechaban cada rincón y cada calle alejada del gentío para demostrarse que el amor existe más allá de las apariencias, que el amor escondido es más disfrutado que el amor abierto de puerta en puerta y que, aunque no fueran de la mano, había un lazo invisible que unía sus corazones. Ellos saben que, tal vez, su historia narrada con dulces versos, no dure para siempre pero también saben que aprovecharán cada instante, cada callejón, cada viaje, cada lluvia, cada madrugada y cada anochecer para demostrarse que se quieren y siempre se querrán.

Casualidad, destino, coincidencia...ellos dan gracias a todo eso por conocerse y disfrutar de una de las mejores historias que ellos habían vivido nunca.

El amor va más allá de un acto físico de placer, el amor es algo duradero que, aunque no comparta espacio y publicidad, permanecerá para siempre en dos corazones sinceros que se quieren y se admiran.