Paternidad/maternidad ¿realidad o apariencia?

Hace un par de años vengo pensando en lo mucho que ha cambiado la manera de criar y educar a los hijos. En mi época, al menos en mi familia, la crianza era puro amor, protección, dedicación, enseñanza, tiempo compartido y experiencias en abundancia. Hoy en día queda poco de ese tipo de paternidad y maternidad.

Observo continuamente diferentes padres y madres, me fijo en como actúan con sus hijos, en como los protegen, en como pasan el tiempo con ellos y he llegado a la conclusión de que lo bonito de la crianza de un hijo se ha perdido.

Hace unos cuantos años ni me planteaba tener hijos pero, no sé por qué, desde hace unos meses se ha despertado en mí ese instinto que yo llamo mortal pero que en realidad se llama instinto maternal. El observar el comportamiento de la mayoría de los padres y madres me ha ayudado  a ver cómo no quiero criar a mis hijos, si algún día los tengo, a ver que tengo que hacer con mis hijos lo bueno que hicieron mis padres conmigo y que si se tiene un hijo es para ser consecuente con ello.

Sé que no está bien generalizar, ni juzgar a los demás pero no lo estoy haciendo, solo concluyo en base a lo que he vivido y he visto en la sociedad durante los últimos años de mi vida. Tal vez sea la irrupción de la tecnología en nuestras vidas, el cambio de intereses donde prima lo material o la vagancia lo que ha hecho que todo cambie pero la maternidad y paternidad ha mutado en una especie burda de lo que era antaño.

Los padres y madres no hacen que los hijos disfruten de la comida con ellos, si el niño no come le ponen solución rápido; encienden la tele, la tablet, o el móvil para poner los dibujos famosos de turno para hipnotizar a su vástago. Eso es más fácil que explicarle los beneficios de comer, dialogar con ellos, hacer de la comida un juego donde poder desarrollar la imaginación o la creatividad…en definitiva aprovechar el momento de la comida para crear un bonito vinculo entre padres e hijos.  Recuerdo a mi padre cantando para que comiéramos o contándonos historias sobre animales, personas o cualquier cosa que se le ocurriera en ese momento.

Los padres y madres ya no juegan con sus hijos. Ellos suelen estar inmersos en sus problemas, llegan  a casa cansados de trabajar,  cogen el móvil, juegan con su app preferida, entran en las redes sociales, ven una serie,…todo menos jugar con los pequeños. Mientras los niños lloran, patalean y  tienen rabietas  los padres se limitan a decir que jueguen con la pila de juguetes y no molesten. Y  todo para reclamar un poco de atención de unos padres que por la mañana los dejan en la guardería o en el colegio y ocho horas después los recogen para aparcarlos en una habitación llena hasta arriba de juguetes  donde lo material sobra y lo afectivo falta.

La pareja de padres de hoy en día, como los de antes, se mandan los unos a los otros. Mamá le dice a papá lo que tiene que hacer continuamente y papá, cuando le da la gana, lo hace. Y aunque no queramos admitirlo, hoy en día las mujeres siguen siendo esposas o novias/madres. Haz esto, haz lo otro…y no es porque les guste mandar, que a veces sí, sino porque sus parejas son esposos o novios/ hijos criados en hogares donde los hombres poco tenían que hacer. Por ese motivo, los niños siguen creciendo en hogares donde la madre es la que hace, manda y actúa como “la mala de la película”. Eso es algo que no haré en mi vida, los dos miembros de la pareja deben comportarse del mismo modo, hacer lo mismo, colaborar al 50% sin necesidad de órdenes que desgasten a unos y a otros.

La gran mayoría de padres, no sé si por falta de interés, falta de tiempo, desconocimiento o vagancia, no sé preocupan por la alimentación de sus hijos. El problema no reside en la cantidad, sino en la calidad. Casi todos piensan que cuanto más gordo este un niño más sano está, que cuanto más coma más alto se hará, pero la realidad es otra. Los padres les dan salchichas a sus hijos, carnes adulteradas, yogures insanos, cereales industriales, bollería, chocolates  que tienen más azúcar que cacao, comidas precocinadas…y no se dan cuenta que por mucho que coman de eso, no van a estar sanos, gordos si pero sanos no. No dedican tiempo a introducir en la alimentación de sus hijos frutas, que no potitos del supermercado, ni verduras, ni zumos hechos en casa…es mucho más cómodo comprar zumos y potitos que ya vienen hechos sin fijarse en la etiquita la que nos indica que llevan solo un 3% de fruta.

Qué pena. Y no es por criticar, es porque pienso en todo esto y me entran ganas de llorar. Se supone que todos quieren lo mejor para sus hijos, pensando que lo mejor es tener una pila de juguetes, tener una tablet, ir al cine una vez por semana, ir a dos extraescolares, ir a un colegio bilingüe, con un gran proyecto educativo, ir a la universidad, comprar un coche…y al final de todo se habrán olvidado de lo mejor, de pasar tiempo con sus hijos, de darles momentos de amor, de cariño, de paseos, de juegos…en definitiva, si algún día soy madre, intentaré que mi hijo tenga todo el amor del mundo, mi dedicación, mi tiempo y nuestro hogar será un lugar donde nunca falten las experiencias, el cariño, la mágica, la imaginación, la creatividad y el aprendizaje mutuo.

Niño