Mi eterna obsesión

Odio esa sensación, esa horrible sensación que me hace sentir la tristeza de los demás, sus penas, su dolor...

Mi manía de ponerme en el lugar del otro, de empatizar y de sentirme mal por el prójimo me ha llevado a pasar ojiplática noches y mañanas funestas. Me produce un dolor indescriptible en el pecho saber que los demás sufren cuando pierden a una persona cercana, me dan unas ganas incontrolables de llorar y me pregunto continuamente por qué, muchas veces, la vida es tan cruel en el último momento de existencia de muchas personas.

Odio este mundo, esta vida y su crueldad sin límites, sus injusticias, su poca vergüenza y su mucho atrevimiento para arrebatar vidas así porque sí, arrebatar vidas sin importar la edad, los sueños, la familia y su porvenir...odio esta sensación tan maldita y atrevida que atraviesa mi alma cada vez que veo una muerte tan sumamente cruel, inesperada e injusta como las que estoy conociendo últimamente...solo puedo resignarme...nada puedo hacer por cambiar este mundo tan maldito.

Tengo una gran obsesión, saber cuándo será el final y cómo será es algo que muy a menudo nos martiriza y asusta a muchos...es algo que no podemos cambiar ni evitar, pero ayuda pensar que viviremos felices durante una larga vida y que nos iremos de este mundo viejecitos, cansados y con los huesos ya gastados; pero lo que sucede es que, muchas veces, esto no es así, muchos se van de una forma horrible, jóvenes, con una vida que vivir y con muchos sueños que cumplir. Odio esta obsesión y odio todo lo que la produce acrecentándola día a día.