Los de pueblo

¡Qué bonito es el pueblo y qué bonitos somos los que nos atrevemos a vivir en él!

He visitado muchas ciudades, grandes, pequeñas, he vivido en algunas y me he adatado a la vida que en ellas se vive, pero siempre llego a la misma conclusión: no hay nada como la vida tranquila, sana y adorable que se vive en el pueblo. Decidir vivir en un pueblo es, al principio, difícil. Lo normal, para todo el mundo y más para gente joven, es irse a vivir a la ciudad y entre más grande sea mejor y más valorado serás por los vecinos del pueblo. Cuando te atreves a decir que te gustaría vivir en el campo, en el pueblo, porque adoras la naturaleza, el hablar con los vecinos, el poder cultivar tu huerto y saber lo que comes, tener una vida más sana y menos contaminada, los vecinos te miran como si estuvieras loco. Y sí, loco por hacer las cosas de manera diferente, de forma distinta a la establecida, Qué locura querer una vida más sana, ¿no? ¿Locura? Y yo pienso, "si es que lo valiente es atreverse a ser un loco", una frase que precisamente se me ocurrió en Camden Town mirando unos dibujos que otro loco había dibujado con tizas de colores en el suelo. 

Vivimos en un mundo al revés; te llaman loco por querer una vida más sana, te tildan de raro si lees, escribes o visitas museos como "hobbie" y te miran extrañado cuando decides que la vida en el pueblo está hecha para ti. Socialmente estamos podridos.

Dejando al lado la crítica social, que en realidad me encanta, voy a intentar resumir el porqué, para mí, la vida en el pueblo es bonita. Aprovechando que estamos en época prenavideña, usaré ejemplos relacionados con esta temática (que me encanta) 

-          Cuando llega la Navidad, reunirse para poner el Belén en la Iglesia del pueblo es una de las mejores actividades. Te reúnes con gente de todas las edades, hablas con ellos de temas mundanos –que también divierte de vez en cuando-, vas al monte a por musgo, disfrutas de la niebla entre los árboles, sientes el frío, ¡qué bonito el frío! Si es cierto que esta actividad se está deteriorando desde hace unos años y precisamente por eso, porque no hay jóvenes en el pueblo.

-          La Navidad en el pueblo, por lo menos para mí, es seguir con las costumbres de toda la vida. No es cuestión de ser religioso o no, es cuestión de adaptarse a lo que en el pueblo se hace, ser un poco menos raro. Ir a misa a besar al niño Jesús el día de Navidad es lo más, menudas colas se preparan. Siempre lo mismo: primero los hombres, luego las mujeres y todos con unas monedas en la mano para echar en las cestinas que ya están preparadas.

-          Ahora ya no se hace, pero tiempo atrás era costumbre ir a por aguinaldo a las casas. El aguinaldo, para quien no lo sepa, es un regalo, a modo de fruta, frutos secos, dinero o grito por ir a molestar a deshora, que se deba en Navidad. Yo tuve la suerte de vivirlo y nos encantaba. Era toda una aventura.

-          En muchos pueblos en los que ya ni siquiera hay misa, ni tienda, tener un bar es toda una suerte. Para los de pueblo el bar simboliza el acto de reunión. La Navidad significa ver en el bar a gente que ya ni siquiera conoces porque solo vienen en esas fechas y han cambiado mucho, significa hablar de todo con cualquiera, significa tomar esos vinines antes de las comidas navideñas, del vermut y de socializar con los vecinos. Sobre todo muchos besos, achuchones, abrazos y felicitaciones navideñas. Y es que los de pueblos somos muy de tocar, el contacto físico, ya sea en forma de abrazo, golpe en la espalda, beso o empujón, nos encanta.

-          Y como buenos leoneses y buenos pueblerinos, nos encantan las terminaciones típicas –in e –ina. Parece que disfrutamos cuando escuchamos nuestro acento y nuestras terminaciones después de llevar todo el año escuchando ese acento madrileño, catalán, maño, valenciano, gallego o andaluz de las ciudades de las que somos foráneos.

-          Nos gusta reunirnos en casa de los abuelos para hacer la típica matanza, no por el acto en sí, que según para quien sí, sino por estar en familia haciendo lo que siempre se hizo.

-          Ir a por leña es otra gran tradición, puede pasar de todo si te quedas embarrado con el tractor entre el camino del montico y el camino de las bodegas. Si eso pasa, unos cuantos vecinos te irían a ayudar porque, aunque no lo parezca, en los pueblos la gente se ayuda mucho y se da mucho.

...

En definitiva, la vida en el pueblo, como en cualquier otro sitio, es difícil pero lo bonito está en saber sacarle partido, disfrutarlo y salir al monte, al bar, a la plaza o a la reunión que se organice.

Una pueblerina, muy leonesa.

Resultado de imagen de pueblo vintage